Todo comenzó allá por 1907, cuando comienza a funcionar una Asociación Religiosa Escolar en idioma alemán para los primeros colonos. El proyecto de aquellos pioneros alemanes se mantuvo durante casi cuatro décadas con una matrícula de entre 20 y 35 alumnos, adaptándose a las normativas nacionales en la medida en que la población se consolidaba.
Aquella escuelita fue el embrión de lo que es hoy la Asociación Cultural Germano-Argentina de Bariloche, fundada en 1953 y que actualmente cuenta con más de doscientos socios.
Con el objetivo de crear una escuela que “coordine la enseñanza oficial argentina con los intereses de las colectividades de habla alemana”, comienza con un ciclo primario de 1º a 4º grado, agregándose uno por año hasta 6º más una academia de idiomas y el Jardín de Infantes o “Kindergarten”. Se le da el nombre de “Primo Capraro”.
En 1956 la Asociación obtiene la Personería Jurídica y al año siguiente se le otorga el Título de Propiedad del sitio donde se estaba construyendo el edificio escolar.
La cantidad de alumnos se incrementó rápidamente. En 1980 se incorpora la Sección Secundaria y en 1993 el Nivel Superior o Terciario.
Durante los últimos cincuenta años la conformación de la colectividad alemana se ha modificado, produciéndose el lógico proceso de integración entre los orígenes de sus componentes. La pequeña escuelita de inmigrantes es hoy una de las más importantes instituciones educativas de la ciudad. Ha habido altibajos, que constantemente demandaron mucho trabajo y dedicación de los responsables para encausar apropiadamente el destino de la escuela.
En la actualidad el Instituto Primo Capraro cuenta con más de 800 alumnos en todos sus niveles, siendo más de las dos terceras partes no provenientes de hogares de origen alemán.
“La primera escuela” – Primera etapa 1907-1945
El 20 de enero de 1907 un grupo de pobladores alemanes del lago Nahuel Huapi funda la “Deutsche Kirchen und Schulgemeinde”. Entre ellos están Luis Horn, Cornelio Hagemann, Carlos Jurgens, Karl y Wilhelm Roeschmann, Hermann Haneck, Fritz Reichelt, Oscar Runge, G. Brauning, Emilio Vonn Puttkammer y Primo Capraro cuya esposa era alemana. Algunos de ellos eran personal jerárquico de la Sociedad Chile-Argentina. El análisis de las actas de dicha reunión, escritas en idioma alemán, arrojan luz sobre los orígenes de esta Asociación. Del nombre de la misma se desprende que las intenciones de los integrantes eran religiosas y educativas, primando el fin educativo ya que “por el momento se deja de lado la construcción de una iglesia y se prevén fondos para la construcción inmediata de un aula para la escuela que será puesta bajo la conducción de un pastor evangélico alemán que también se hará cargo de los oficios religiosos en el mismo aula”. Continúan diciendo las actas: “Todos los padres presentes reconocen la necesidad imperiosa de una escuela alemana para que los hijos se mantengan dentro de la tradición alemana. Un pastor alemán de Puerto Montt, Chile, de apellido Holler, se ofreció gentilmente a viajar dos veces por año a esta localidad para los oficios religiosos y para convencer al pastor Weil del Frutillar (Chile) para que también concurra. Esto último es un claro indicio de los estrechos vínculos entre los colonos alemanes de ambos lados de la cordillera.
La segunda reunión de la comisión directiva se realiza el 14 de mayo de 1907. De sus actas surgen otros datos interesantes, como la referencia clara a las intenciones de estos pobladores en cuanto a la escuela y definirá su destino durante las próximas cuatro décadas: “se establece la creación de una escuela primaria de un aula, mixta, y abierta a todas las confesiones”. Para preservar la identidad alemana del colegio, “los niños de otras nacionalidades serán admitidos en forma limitada”.
La escuela comenzó a funcionar en 1907 y según planilla del Consejo Nacional de Educación de Febrero de 1908 contaba en sus inicios con un aula de 35 m2, 20 asientos, y 5 alumnos. Se la clasificaba como escuela “alemana”, rural y mixta, y con clases por la mañana y la tarde en un régimen de clases de septiembre a mayo. El edificio pertenecía a Georg Hube y los fundadores habían resuelto el problema religioso y educativo en la figura del pastor W. Iwan que ejerció funciones de maestro pastor desde 1908 hasta 1910.
A mediados de 1909, notas entre funcionarios argentinos hablan de 14 alumnos en esta “escuela híbrida pero auxiliar a la única escuela Nacional de la localidad”.
En una sesión de 1910 se decide la compra del terreno de Hube y se discuten los costos de construcción de la escuela. Dejando entrever una diferencia de criterios, en las actas del 16 de junio de 1910 se reafirma la idea de seguir funcionado como Asociación religiosa y educativa, pero en el año 1918 la “Asociación Evangélica y Escolar Alemana” se ha transformado en la “Sociedad Escuela Alemana”.
Jochen Lührs, hijo de uno de los primeros maestros, decía “mi padre llegó a la zona desde Santa Fé en donde había ejercido la docencia hasta 1906. Al llegar a Bariloche en 1911, la colectividad alemana se enteró de que era maestro contratándolo para su escuela. Ejerció como maestro hasta más allá de 1920, no me acuerdo bien…”. Enrique Lührs, el maestro, aparece en muchas de las fotos de esa primera década.
Una nota del año 1924 de la Inspección Nacional de Escuelas habla de “24 alumnos que asisten con regularidad”. La cantidad reducida de alumnos en estos primeros tiempos es un reflejo del lento crecimiento del pueblo y la situación económica de sus habitantes, que el hijo del maestro Lührs resume de esta manera: “el problema eran los sueldos, porque la mayoría de la gente no tenía plata y le pagaban con quesos, leche, leña. Los que podían, juntaban plata a través de la cooperadora que se había formado”.
Las notas del Consejo Nacional de Educación cursadas a lo largo de los próximos años ponen especial énfasis en la programación de los actos de las “fechas patrias”, reflejando la intención de las autoridades nacionales de afianzar los símbolos de la nueva nación.
Para finales de la década del 30 el panorama mundial se hacía más complejo y afectaba las relaciones de las comunidades europeas y sus escuelas con las autoridades nacionales. En agosto de 1939 el Consejo Nacional de Educación autoriza la reapertura de la escuela que había cerrado sus puertas por un corto tiempo. Una nota de la escuela del 25 del mismo mes establece que “asumirá las tradiciones de su fundación en el año 1907 y seguirá llamándose Colegio Alemán. Los fines que persigue el Colegio Alemán son la enseñanza del idioma alemán como asimismo el fomento de la amistad cultural entre estas dos grandes naciones: La República Argentina y Alemania. Contaba con 33 alumnos en enero de 1940.
Es escasa la información que tenemos para estos últimos años hasta 1945 en donde la Asociación cerrará sus puertas bajo el decreto 7032. Esta primera etapa finaliza signada por eventos totalmente externos a la pequeña comunidad del Nahuel Huapi. El 26 de enero de 1944 el gobierno militar argentino rompe relaciones diplomáticas con Alemania, y el 27 de marzo de 1945 le declara la guerra. El 31 de marzo, según decreto no. 7032 del gobierno argentino, todas las empresas y asociaciones de alemanes en Argentina quedan bajo la custodia de un Consejo Administrativo de Capitales Enemigos. Casi todos los colegios alemanes son confiscados. En 1951 finaliza el estado de guerra con Alemania, y recién en el año 1957 se restituyen las propiedades y los bienes culturales que habían sido confiscados a las empresas y asociaciones civiles alemanas.
“La escuela alemana” – 1953 a hoy
La nueva inmigración europea que llegó a Bariloche a partir de la década del 30 influyó sobre la comunidad alemana ya establecida y creó un nuevo énfasis en el mantenimiento de su acervo cultural. En una Asamblea con fecha 7 de febrero de 1953 un grupo de alemanes y descendientes de alemanes se reúne “con fines de proseguir la obra cultural iniciada en 1907”. Se elige una comisión bajo la presidencia de Heriberto Reichart y en ella figuran entre otros Max Naumann, Jorge Stang, Antonio Perner, Norberto List, Jorge Von Lucken, Luis Runge, Ernesto Schumacher, Rohr, Kaltschmidt y Groth. Como un claro ejemplo de la importancia que reviste para esta comunidad continuar con el legado cultural de sus padres y abuelos, las actas dicen: “se presentan doscientas uno (201) solicitudes de ingreso a la Asociación y en medio de gran entusiasmo los concurrentes hicieron contribuciones espontáneas”.
En la Asamblea general extraordinaria del 25 de abril de 1953 se define el nombre de “Asociación Cultural Germano Argentina de Bariloche” y se establecen los estatutos.
El 8 de julio de 1953, se resuelve fundar una escuela que “coordine la enseñanza oficial argentina con los intereses de las colectividades de habla alemana”. El propietario del terreno y edificio donde funcionaba la vieja Escuela Alemana era la casa Lahusen y Cía. La Asociación tramita su personería jurídica, y en 1957 casa Lahusen transfiere el título de la propiedad.
La documentación existente sobre los comienzos de esta Asociación refleja el gran entusiasmo que motivaba a sus integrantes. Gran parte de las asambleas finalizaba con bailes que duraban hasta la madrugada. Esta intensa actividad social y estrechos vínculos que se forjaron se ven reflejados en el rápido aumento de la cantidad de alumnos, que en 1956 ya era de 270 alumnos. Este nuevo impulso a partir de la refundación se mantiene durante las siguientes décadas, inaugurándose en 1980 la Secundaria y en 1993 el Nivel Terciario.
La “Escuela Alemana” de Bariloche cumple hoy un rol trascendental para su comunidad. Las intenciones de los primeros inmigrantes de mantener la lengua y sus tradiciones se han ido transformando a medida que cambió el mundo en las últimas décadas. Hoy, con una creciente demanda de pluralismo cultural en marcha, los descendientes de aquellos inmigrantes y su escuela cumplen una nueva función: cada idioma aprendido nos abre un nuevo mundo, enriquece nuestras percepciones, establece nuevos vínculos hacia culturas diferentes y aumenta nuestras posibilidades profesionales.
Los primeros inmigrantes tal vez no soñaron que esa pequeña escuela se convertiría a lo largo del siglo en un nexo hacia nuevas oportunidades para un creciente número de alumnos que no tenían descendencia alemana. Lo que es evidente en la actualidad, es que el aprendizaje de varios idiomas y la enseñanza “intercultural” son imprescindibles para el futuro personal y profesional de todo alumno y por ende para el futuro del país. La identidad europea del colegio cumple hoy esa función, no tan alejada de la de sus inicios: enriquecer una comunidad con diversidad cultural.